Golpe de estado a la inocencia
Ha pasado algo más de una semana desde el 23-F pero todavía me estoy recuperando de las sensaciones vividas en esa fecha. Y no me refiero a las polémicas que surgieron del acto del 40 aniversario de esa efeméride, que cuatro décadas después, en vez de servir de nexo de unión, se utiliza para pegar tiros al aire, utilizando pólvora ideológica y sectaria. Entiendo que esto no haya sorprendido a nadie, ya que ahora mismo no hay acto, homenaje o declaración institucional que no genere cierta baba rabiosa en las fauces de los que precisamente deberían dar ejemplo de coherencia y de servicio al interés general. Pero no nos desviemos de lo realmente importante sobre lo que me sucedió el 23-F.
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