11/02/2021

Patente de corso para mentir

Por Pedro Lechuga Mallo

No sé si alguno de ustedes tenía todavía alguna duda sobre que la política actual es el arte del engaño y de la mentira. Es más, los supuestos servidores públicos la han ido perfeccionando con tal maestría que han conseguido que la mayoría de las cabezas del rebaño lo asuman sin ningún tipo de remordimiento ético y moral. Lo vivido y escuchado esta semana espero que acabe de abrir los ojos a todas aquellas personas de bien que todavía veían con cierto paternalismo a nuestros dirigentes y defendían su compromiso con el interés general.

El excelente jinete patrio de las contradicciones, Pablo Iglesias, ha provocado que una vez más se levante la falda de nuestra política y se le vean sus vergüenzas. No voy a perder tiempo en rebatir si su afirmación de que en España no disfrutamos de una democracia plena es cierta o no. No es el primero ni será su último brindis al sol. El problema está en los ejemplos que él tiene en su mente como democracias ejemplares. En lo que sí voy a detenerme es en la réplica a esta afirmación que dio la portavoz del Gobierno Mª Jesús Montero en rueda de prensa. Lógicamente, defendió que en nuestro país gozamos de una democracia plena, pero lo que me dejó ojiplático fue cuando pronunció que las declaraciones de Pablo Iglesias tenían que contextualizarse dentro de una campaña electoral. ¿Qué quiso decir con estas palabras? Sinceridad no le faltó y ojo clínico para clavar el diagnóstico de la enfermedad que padece nuestra política tampoco. Una dolencia, que se agrava e intensifica en los periodos electorales, en los que extraterrestres mueven banderas y aplauden efusivamente las arengas hiperbolizadas de sus amados líderes. Y utilizo conscientemente la palabra ‘extraterrestre’, porque la única explicación que encuentro que justifique esta devoción enfermiza es que no viven en el planeta Tierra.

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