30/05/2019

Zumo de naranja postelectoral

Por Pedro Lechuga Mallo

Ya pasó. Parecía que no íbamos a conseguirlo, pero finalmente unos y otros, protagonistas y cómplices, artistas y público invitado hemos superado este trance democrático, que no fiesta de la democracia como nos quieren tatuar a fuego en el ideario colectivo. Sería injusto si no reconociéramos el desgaste físico y mental que han tenido que padecer los candidatos a unas y otras elecciones.

Y es que jugarse su futuro a corto y medio plazo en un solo día conlleva una presión extrema, cuya intensidad depende de la valía profesional de los susodichos. Aquellos que sólo han vivido por y para la política y no se les conoce ningún mérito en la vida civil viven con un miedo aterrador que el recuento de votos les de un sopapo que les impida seguir mamando de la teta de la democracia. Sin embargo, los que entran en política para prestar un servicio puntual y temporal y tienen una trayectoria profesional contrastada no sufren tanto, ya que al tener un plan alternativo tienen menos problemas para desengancharse de la droga del poder.

Las urnas y el destino han querido que la carrera por hacerse con el bastón de mando de algunas instituciones haya pasado a convertirse en un maratón. Muchos de los corredores han llegado muy justos de fuerzas a la noche del 26 de mayo, pero van a tener que sacar energía de donde sea para afrontar el último sprint y llegar a la meta antes que sus rivales. Lo que está claro es que socialistas y populares necesitan un complemento vitamínico para estas próximas semanas. Y no hace falta ser muy avispado para saber que más de uno habrá incluido en sus desayunos desde este lunes un fresco y dulce zumo de naranja. Porque parte del futuro político de nuestra tierra pasa por esta fruta que con motivo del Mundial del 82 tomó vida convirtiéndose en Naranjito. Es más, no sería de extrañar que alguno de ellos incluso cambie el café de media mañana o el Prieto Picudo o Ribera de Duero de la comida por un zumo de naranja. Todo sea por conseguir esa vitamina C que les abra las puertas del anhelado poder. Eso sí, todos ellos son conscientes de que no va a ser fácil y tendrán que soportar alguna que otra humillación naranja. Y no me refiero a que les ordenen vestirse de Naranjito, les manden salir a una plaza de toros, suelten una vaquilla y vayan a dar su apoyo a aquel que haya aguantado más tiempo sin ser volteado. Eso sería un juego de niños en comparación con la bilis que más de uno va a tener que tragarse durante los próximos días.

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