22/01/2020

Un año para olvidar

Por Pedro Lechuga Mallo

Despedimos un año preocupante para el periodismo. Lamentablemente los ataques directos a la libertad de expresión y al derecho a la información se están volviendo cada vez más habituales. Lo peor es que tanto la sociedad como ciertos sectores del periodismo ya lo han asumido como algo normal. Aquí está el peligro, que lleguemos a dar normalidad a algo que no debería serlo nunca.

Las agresiones a periodistas y a reporteros gráficos en manifestaciones ya no sorprenden a nadie. Los insultos y amenazas verbales vienen ya ‘de serie’ cuando se va a cubrir un evento multitudinario. Y luego ya en algunos casos dichas amenazas se convierten en agresiones físicas. Algo huele mal en nuestra sociedad, supuestamente democrática, cuando compañeros tienen que quitar la esponja de su micrófono para ocultar el medio en el que trabajan. Aunque sea una utopía, quizás la violencia ejercida contra los periodistas se reduciría si se considerara un agravante. Amenazar o agredir a una persona que está realizando una función pública, como es el periodismo, supone un ataque frontal al derecho a la información y, por lo tanto, a uno de los pilares sobre los que se sustenta cualquier sociedad democrática. ¿Esto no es suficiente?

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