Al igual que un cuchillo sirve tanto para untar mantequilla en una tostada como para seccionar la yugular de una persona, las ideologías pueden ser utilizadas para mejorar la sociedad pero también para emponzoñarla. Los seres humanos somos quienes dotamos a un objeto o idea su valor positivo o negativo. Creo no equivocarme si digo que la inmensa mayoría de los cuchillos son utilizados para esparcir mantequilla, mientras que la mayoría de las ideologías son empleadas con fines sectarios y muy lejanos del interés general.
Sería de necios no reconocer que algunas ideologías han traído consigo avances sociales más que significativos, pero tampoco se puede negar la evidencia de que otras han sido el aceite perfecto para engrasar las maquinarias que han ejecutado grandes barbaries. El problema nos lo encontramos cuando las que otrora sí sirvieron para mejorar la sociedad, desde hace ya algún tiempo se han desvirtuado de tal manera que actualmente son la gasolina que está siendo utilizada para avivar las llamas que se están llevando por delante los pilares fundamentales de las sociedades que se han vanagloriado de ser libres y democráticas.
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