28/05/2020

La vida es un juego

Por Pedro Lechuga Mallo

Cada vez estoy más convencido de que vivimos en una especie de ‘Cluedo’, en el que en vez de averiguar quién cometió el asesinato, en qué lugar de la mansión y con qué arma, tenemos que adivinar con quién podemos salir a la calle, a dónde tenemos permiso para ir y en qué intervalo horario podríamos hacerlo. Nunca pensé que vivir en un mundo organizado por fases se convirtiera en un desfase total. Y tampoco tengo claros los porcentajes de culpa que hay que repartir entre los organizadores del juego ‘Cluedo confinado’ y las fichas que nos movemos por el tablero de asfalto. Es cierto que las instrucciones del juego tienen bastantes lagunas y que los cambios continuos de las reglas no ayudan mucho, pero las fichas también tenemos lo nuestro.

Y claro, todo se complica aún más cuando quieres saltar del tablero de una provincia a otra, ya que ahí metemos otras variables. Al final te dan ganas de en vez de ser el detective que investigue el asesinato, ser la víctima y así estar tranquilo en la fase -1.

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