03/09/2022

La vida en vertical

Por Pedro Lechuga Mallo

Qué lejos han quedado aquellos tiempos en los que nos hacíamos fotos para disfrute propio y de nuestros más allegados. En unos pocos años lo que era un gesto, podríamos definir casi íntimo y familiar, ha pasado a convertirse en un acontecimiento de ‘masas’. Y eso, lógicamente, trae consigo cambios radicales en el proceso tan sencillo, al menos en un origen, de hacer una simple foto.

No lo puedo remediar. Aunque esté de vacaciones, como ha sido el caso, no soy capaz de guardar el colmillo afilado y evitar ver todo lo que me rodea como una noticia, un documental o una columna de opinión. Gajes del oficio, un periodista no puede dejar de serlo ni en vacaciones.

Desde el primer momento en que llegué a Mallorca y pisé la arena de la playa del Muro mis ojos se fueron inexorablemente a un pequeño muelle de madera que se adentraba en el Mediterráneo. La estructura en sí no fue lo que me llamó la atención. La clave estaba en lo que sucedía encima de ella. Seres humanos, dotados supuestamente de cierto raciocinio, ejecutaban una serie de poses y posturas antagónicas a la naturalidad más básica. El motivo ya se lo imaginan. Hacerse una foto. Pero ojo, y ésta es la clave, esa instantánea no se hace para tener de recuerdo y enseñar a familiares y amigos. El verdadero objetivo de esa foto es retocar la realidad, por decirlo finamente, y publicarla en redes sociales.

Lee aquí el artículo completo publicado en La Nueva Crónica.