Uno de los conceptos de moda que trajo la pandemia fue el de ‘resiliencia’, la capacidad que tenemos para recuperarnos de situaciones complicadas y seguir avanzando. Los tiempos aciagos que vienen pondrán a prueba hasta límites insospechados nuestra resiliencia. No obstante, es importante recordar que por el sólo hecho de nombrarla, no tenemos por qué obligatoriamente contar con esta virtud. Lo digo porque aunque el poder del lenguaje sea indudable, éste no obra milagros.
Nuestros dirigentes nacionales y europeos ya nos han advertido que estamos en guerra. No escuchamos explosiones destruyendo edificios, ni sirenas avisando de un ataque aéreo ni el silbido de las balas que buscan alojarse en la carne humana, pero las restricciones de las que vamos a ser víctimas sí tienen el marchamo de las consecuencias de un conflicto bélico.
Lee aquí el artículo completo publicado en La Nueva Crónica.