12/02/2021

«Debemos conectar la información medio ambiental con la vertiente social y humana, ya que es fundamental para concienciar más»

Por Pedro Lechuga Mallo

En ocasiones las casualidades del destino nos conducen a situaciones inesperadas y que marcarán nuestra vida personal y profesional. Esto es lo que le pasó a la hoy periodista ambiental Irene Baños. Su intención inicial era dedicarse a las relaciones internacionales y a los derechos humanos. Por esta razón comenzó a cursar un máster en Alemania sobre periodismo internacional, con la coincidencia de que al lado de donde estudiaba se encontraba un edificio de la ONU. Lo tenía claro, quería hacer unas prácticas en dicha Organización. Y lo consiguió. Eso sí, no esperaba que las fuera a realizar en un departamento relacionado con el medio ambiente. Y como ella misma reconoce “una vez que te atrapa este tema, no te suelta”. Su siguiente paso, saltar a la redacción del canal público Deutsche Welle para elaborar información relacionada con el medio ambiente. Una función que sigue ejerciendo desde hace unos meses desde Sevilla, tras desandar el camino y volver a España.

¿Qué diferencias más significativas destacarías entre la situación del periodismo en Alemania y en España?
Mi visión está marcada por el tipo de medio en el que trabajo, ya que a pesar de ser público también estamos sometidos a cierta presión. No es la presión del clic, como puede ocurrir en un medio privado, pero sí una presión por la competencia que hay entre departamentos. En ambos países los periodistas están muy presionados, independientemente de la sección en la que trabajes, y la falta de recursos y de tiempo es similar. Lo importante es ser los primeros, dejando en un segundo plano la calidad. Eso sí, la gran diferencia son las condiciones económicas, las cuales son mucho mejores en Alemania que en España, lo que te permite tener una mayor estabilidad.

¿En qué situación se encuentra el periodismo ambiental en ambos países?
Tanto en Alemania como en España cuesta todavía mucho que haya redacciones especializadas. Es cierto que Deutsche Welle es un medio privilegiado porque tiene desde hace muchos años un departamento específico para medio ambiente, pero la verdad es que ahora es cuando está empezando a crecer. Es más, muchos compañeros del propio medio hasta hace poco no sabían ni que existíamos como una sección independiente. En España sigue siendo prácticamente un misterio lo que es un periodista medio ambiental, pero con pasos por ejemplo como los de El País, que ha creado una sección especial sobre clima y medio ambiente, y la apuesta de El Confidencial por esta temática vamos avanzando poco a poco, aunque estamos a años luz. Donde sí hay una gran diferencia es en la sociedad. En Alemania hay mucho más interés en el medio ambiente que en España, incluso a la hora de votar, prueba de ello es la presencia que tiene el Partido Verde.

«Tenemos que educar a los ciudadanos para que sepan discernir lo que es publicidad y lo que es información»

¿Existe también el problema del intrusismo en el periodismo especializado en medio ambiente?
Lamentablemente sí y es muy peligroso, ya que provoca gran confusión entre la gente. El trabajo que llevamos haciendo desde años los periodistas y los educadores ambientales es echado por tierra de un plumazo cuando por ejemplo, personas con muchos seguidores en redes sociales debaten o cuestionan lo que dicen los científicos por una falta total de conocimiento. Por este motivo, es muy importante que cada vez haya más periodistas especializados para poder aportar información de calidad y rigurosa. Está bien que en una revista de moda se hable sobre el cambio climático, pero hay que estar alerta sobre las perspectivas que dan al respecto, porque un flaco favor al medio ambiente estarían haciendo si al final el mensaje es que hay que comprar estas u otras zapatillas para salvar al planeta.

¿Existen también presiones externas a la hora de informar sobre aspectos medio ambientales?
A nivel personal nunca he sufrido presiones, pero sí he oído a compañeros de España que trabajan en medios nacionales a los que les han dicho “esto no te lo puedo publicar” o “céntrate mejor en este asunto más importante”. Es una censura más sibilina, pero no deja de ser censura. En este punto es interesante hablar de los medios financiados y de tener que publicar un reportaje pagado por una empresa, sin decir al lector que lo que está consumiendo no es un reportaje, sino un publirreportaje. Este tipo de presiones también deberían preocuparnos.

Tenemos que educar a los ciudadanos para que sepan discernir lo que es publicidad y lo que es información. Pero dentro del sector tendríamos que saber qué debe ocupar espacio en los medios. Me parece bien que una empresa saque en sus redes lo que quiera porque son sus canales de comunicación propios, pero que nosotros como periodistas le demos legitimidad dentro de nuestros medios es muy peligroso. Día a día tenemos que ganarnos la confianza del lector y si estos descubren que les estamos vendiendo esas mentiras como información es cuando perdemos nuestra credibilidad. Lo que está claro es que se debería separar de manera más clara la publicidad de la información, ya que la gente no está totalmente educada para diferenciarlas. Eso sí, tenemos que ser conscientes de que es muy difícil encontrar una información que sea totalmente neutra.

Dentro del campo medio ambiental, ¿qué temas son con los que más disfrutas trabajando?
Siento predilección por aquellos que tienen que ver con la salud y los derechos humanos, con la justicia climática. Esa transversalidad que tiene la crisis climática, que por ejemplo afecta más a las mujeres que a los hombres, sobre todo en los países con menores recursos. Es evidente que es necesario introducir perspectiva de género al cambio climático. Creo que debemos conectar la información medio ambiental con esa parte social y humana, ya que es fundamental para concienciar más.

«Quizás todos tengamos que pasar por esta ecoansiedad para de ahí saltar al siguiente escalón, que es la acción»

¿Cómo surge la idea de tu libro ‘Ecoansias’?
‘Ecoansias’ fue la terapia que necesitaba para superar la ecoansiedad provocada por mi trabajo periodístico. Era la manera de plasmar algo que creo que mucha otra gente está sintiendo y ante lo que es necesario buscar herramientas y soluciones. Estoy muy contenta con el feedback que estoy recibiendo y me está abriendo a nuevas realidades. Mucha gente me ha dicho que en vez de quitarle la ecoansiedad, se la he generado con mi libro. Y me he dado cuenta de que esto a lo mejor no es tan malo. Quizás todos tengamos que pasar por esta ecoansiedad para de ahí saltar al siguiente escalón, que es la acción. Si no recibes información que te genere cierto estrés, entonces no te interesará implicarte para cambiar las cosas. Es un aprendizaje que he obtenido tras escribir Ecoansias, darme cuenta que la ecoansiedad no es tan negativa, siempre y cuando sea sólo el primer paso, no te quedes bloqueado ahí y pases a la acción.

En tu libro Ecoansias denuncias que las grandes corporaciones han conseguido descargar en nosotros la responsabilidad de solucionar un problema creado e incentivado por ellos.

El ritmo tan vertiginoso al que vivimos no nos permite plantearnos ciertas preguntas. Por ejemplo, nos están machacando con el tema del plástico y luego vamos al supermercado y es prácticamente imposible comprar algo sin plástico. Si nos paráramos a pensar nos daríamos cuenta que alguien se está aprovechando de esta paradoja. Todo el sistema está conectado y por eso el cambio es tan complejo. Esto genera frustración y desgana. Nos están cargando con una responsabilidad individual y luego no vemos cambios legislativos y estructurales.

«Al sistema le interesa que pensemos que estamos provocando algún cambio, cuando realmente no cambia nada»

Insistes en diferentes capítulos de ‘Ecoansias’ en que el reciclaje no deberíamos entenderlo como la primera opción, sino que deberíamos centrarnos en reducir el consumo.
El marketing que hacen las empresas se centra en que tú recicles y así tengas la conciencia tranquila por reciclar y cuando vuelvas al supermercado siguas consumiendo. La solución no es el reciclaje. Si de verdad pensaras que el reciclaje no funciona de la forma tan ideal como nos venden, quizás te plantearías la opción de reducir, pero eso no le interesa al mercado porque no aporta beneficios a las grandes empresas. Ellos quieren que sigamos con el mismo modelo de consumo de comprar y tirar. Al sistema le interesa que pensemos que estamos provocando algún cambio, cuando realmente no cambia nada.

¿Por qué nos cuesta entender tanto que el medio ambiente está ligado directamente con la salud?
En este punto los comunicadores ambientales tenemos que entonar el mea culpa por no haber sido capaces de transmitir la conexión que tiene el medio ambiente con la salud y la economía. Cada noticia que damos tendríamos que vincularla con estos dos aspectos. Hay que unir el tema medio ambiental con el ser humano. Los ecologistas han hecho un gran trabajo, pero a día de hoy no se ve al ecologista como alguien que cuida de la salud y de la economía, cuando realmente sí lo hacen. Ojalá que la COVID-19 nos lleve a tener mayor concienciación sobre la relación entre medio ambiente, salud y economía.