14/11/2019

Cuando dimitir es excepcional y mentir habitual

Por Pedro Lechuga Mallo

El problema de nuestro país es que hemos convertido en excepcional lo que debería ser habitual y normalizado lo que tendría que ser una excepcionalidad. En tan sólo 48 horas nuestros políticos nos lo han demostrado una vez más. Y es que pocos podíamos prever la resaca que estamos teniendo, y lo que nos espera, tras el botellón democrático del 10 de noviembre.

¿Qué pasado llevamos a las espaldas para que cuando un líder político decide dimitir tras un abultado fracaso en unas elecciones es recibido con sorpresa, incluso por sus más acérrimos rivales? ¿Cómo puede ser que hayamos aceptado como algo normal que nuestros representantes políticos no asuman ningún tipo de responsabilidad cuando el pueblo en las urnas les dice que ya no confían en ellos ni en su partido? No encuentro explicación lógica, más allá de que todos padezcamos el Síndrome Político de Estocolmo.

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