10/09/2020

Colegios TriNa

Por Pedro Lechuga Mallo

Por fin llegó el día. Tras muchos dimes y diretes, los colegios han abierto sus puertas, llenando de vida su espacio interior. La ruptura entre edificio e inquilinos ha durado seis meses. A priori parece demasiado tiempo, pero no todos piensan igual. No sería de extrañar que algunos profesores o alumnos se sientan una especie de ocupas, aunque en honor a la verdad, creo que no se opondrían a ser desalojados, como sí sucede con los verdaderos profesionales de este arte de apropiarse de lo ajeno. Una disciplina artística, por cierto, que es posible gracias a la complicidad de las leyes existentes al respecto y de ciertos movimientos impulsados y apoyados por personajes de diverso pelaje.

Durante las últimas semanas, e incluso meses, mucho se ha discutido sobre la conveniencia o no de iniciar el curso escolar. Todos han hablado. Profesores, sindicatos, políticos, médicos, científicos, progenitores… La única duda que se me plantea es si a la hora de sentar cátedra por parte de todos los protagonistas se ha pensado en los intereses personales o en lo que realmente debería importar, los niños que vieron interrumpida su normalidad académica allá por el mes de marzo. Tengo la sensación de que en más de una ocasión los alumnos han sido una excusa barata para conseguir objetivos particulares, que se alejan bastante de lo que se debería esperar de todos los actores participantes.

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