02/04/2020

Ciudad Teletrabajo

Por Pedro Lechuga Mallo

El Covid-19 no sólo está haciendo públicas y notorias las vergüenzas de unos y otros, si es que alguna vez las han tenido, sino que está echando por tierra algunos mitos como por ejemplo el del teletrabajo. A lo mejor ya no se acuerdan, pero a.C. (antes del Covid-19) estábamos locos por travestirnos en la inocente Dorothy de ‘El Mago de Oz’ y recorrer cuanto antes el camino de baldosas amarillas hasta llegar a Ciudad Teletrabajo. Y resulta, que ahora que el Covid-19 ha provocado que los alquimistas de la Moncloa nos hayan teletransportado a golpe de Decreto, de un día para otro, a Ciudad Teletrabajo, parece ser que no es la panacea.

Prepárense cuando acabe todo esto, porque los monólogos que van a regalarnos nuestros humoristas sobre este asunto no van a tener desperdicio. Y si no, al tiempo. El primer reto al que se enfrenta un novato en esto del teletrabajo es la búsqueda del lugar donde colocar tu oficina. Los que sólo están obligados a dar soporte telefónico lo tienen más fácil, pero a los que tienen que estar delante de la cámara de su ordenador se les complica el tema, ya que hay que buscar un fondo que intente mostrar lo menos posible tus gustos personales, tanto los confesables como los inconfesables. Y créanme que en ocasiones no es fácil, porque alguna pista de tu otro yo al final casi siempre se escapa. En estos días he visto cuadros y objetos detrás de mis interlocutores que ni por asomo los hubiera relacionado previamente con sus propietarios.

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